Por el evidente desplazamiento de las empresas a otros sectores de la capital, los dueños de oficinas en el centro evalúan nuevas alternativas para sus inmuebles.
Desde 2019, las empresas han optado por reubicar sus oficinas desde el centro de Santiago a edificios empresariales del sector oriente de la capital, movidos por los efectos del estallido social, una menor ocupación a raíz de la pandemia y el home office, entre otros motivos, que han llevado a importantes alzas en la vacancia de las oficinas en esa zona.
Según el reporte de Colliers correspondiente al segundo trimestre de 2022 de Oficinas Clase A+ y A, la vacancia en la comuna de Santiago llega actualmente a 11,4% y el precio promedio de arriendo a 0,38 UF por metro cuadrado (m2), inferior al precio promedio de las oficinas premium de la capital, que alcanza las 0,5 UF por m2.
Frente a estos números, los expertos analizan cuál podría ser el espacio que este submercado tomará en el panorama de las oficinas clase A y A+.
Una de las opciones que podría tener viabilidad, dada la alta demanda por estos espacios, es la posibilidad de que las áreas vacantes pasen a ser parte de la industria del almacenamiento o minibodegas. “Cabe consignar que, por la escasez de bodegaje que existe hoy, también se está evaluando su transformación a centros de almacenamiento”, dice el gerente del área Locales y Oficinas de MQ Servicios Inmobiliarios, Alejando Contreras.
Estas oficinas también podrían tener un alto atractivo para el arriendo a reparticiones públicas, opción que tendría variadas ventajas. Así lo visualiza Antonio Sivori, gerente del Área de Oficinas y Retail de Colliers, quien prevé que “los m2 vacantes en Santiago Centro serán arrendados principalmente por entidades públicas”, y que hoy existen “muy buenas oportunidades” de oficinas frente a ello.
Giro habitacional, menos probable
Una alternativa que también suena es convertirlas en viviendas, idea que es posible, pero que depende de diversos factores, como el plan regulador de la comuna, comenta Alejandro Contreras.
“Lo óptimo sería transformar los edificios en viviendas, pero la normativa del casco histórico es compleja, ya que se trata de un sector de monumentos y es considerado zona típica”, detalla.
“La única opción sería rehabilitar las edificaciones, manteniendo las fachadas y losas, y armando plantas habitacionales. Sin embargo, la transformación de un edificio tiene dificultades importantes”, asegura Contreras.